jueves, 25 de septiembre de 2008

Los Agentes Transmisores


Contrariamente a lo que sucede con el virus de la gripe y con otros gérmenes causantes de las enfermedades infectocontagiosas, el vih es muy frágil cuando entra en contacto con el aire, la luz y la temperatura ambiente. Estos tres factores hacen que no tenga la capacidad de sobrevivir mucho tiempo fuera del cuerpo humano pues necesita un entorno húmedo, oscuro y cálido. Esta es la razón por la cual la transmisión se producirá, en todos los casos, a través de un fluido corporal. Cada vez que el vih pase de una persona a otra, lo hará arrastrado por algún líquido generado por el organismo de la persona infectada.

Pero la transmisión del vih es aun más complicada que eso, puesto que el líquido que lo arrastre no ha de ser cualquiera de los fluidos producidos por el organismo humano. La gran mayoría de estos fluidos corporales presentan una concentración de vih tan ínfima que no representan un riesgo de transmisión y solo seis son potencialmente transmisores:


  1. Sangre
  2. Leche materna
  3. Pus
  4. Semen
  5. Fluídos vaginales
  6. Presemen o Líquido preseminal


Como puede verse, esto no es un contagio puesto que uno siempre puede tomar medidas tendientes a evitar el contacto con esos líquidos. Pero además, tan complejo es el proceso de transmisión del vih que no basta con entrar en contacto directo con las secreciones mencionadas. Al igual que sucede con la mayoría de los agentes infecciosos, para poder infectar deben ingresar al interior del organismo, o sea franquear la primera barrera que el sistema inmunológico le opone a todas las enfermedades: la piel.

Nuestro cuerpo está cubierto casi por completo de piel y esta se caracteriza por ser impermeable. La piel nos protege muy eficientemente y los líquidos podrán ingresar al interior del organismo solo a través de alguna de las llamadas puertas de entrada: las heridas abiertas (ya sea un simple raspón o una herida profunda), la boca, los oídos, las fosas nasales, los ojos, el ano, la vagina y el glande (o cabeza del pene). En el caso de los orificios naturales mencionados y el glande, hay que aclarar que están recubiertos por un tipo de tejido muy delicado y sumamente absorbente que recibe el nombre genérico de mucosas. En contraposición a la piel, las mucosas funcionan como esponjas, absorbiendo fácilmente los líquidos y enviándolos directamente al torrente sanguíneo. Todas las mucosas son internas, a excepción de la mucosa del glande que es externa.

Resumiendo:




Transmisión VS. Contagio

Justamente, uno de los conceptos básicos referidos a la temática del vih/sida es el siguiente:


Para comprender mejor esta aseveración (que puede parecer novedosa o directamente dislocada), se impone la necesidad de ahondar en la idea de contagio.

Por ejemplo, una enfermedad típicamente contagiosa es la gripe (en cualquiera de sus variantes). El virus de la gripe es un germen muy resistente que posee la capacidad de sobrevivir durante varias horas fuera del cuerpo humano y mantener su potencial infeccioso. Una persona engripada va diseminando sus virus por donde pase. El virus de la gripe suele concentrarse en ciertos fluidos como la saliva y a través de ella sale fuera del cuerpo, quedando sobre la superficie de los objetos durante mucho tiempo. El virus de la gripe suele quedar en los pasamanos del transporte público, en los picaportes de las puertas, suele pasar de una persona a otra por medio de un simple abrazo o de un beso, etc. De manera que nadie puede evitar una gripe. Por más medidas preventivas que se adopten, siempre cabrá una posibilidad de adquirir la infección.


Muy por el contrario, nada de eso sucederá con la transmisión del vih. Salvo en contadas circunstancias (como los accidentes o las violaciones), la infección por vih siempre puede ser prevenida. Los métodos para evitar contraer el virus son sencillos y baratos (cuando no gratuitos). Esto implica también una responsabilidad directa de la persona que adquiere la infección puesto que los riesgos pueden evitarse si se toman las precauciones pertinentes.

Si te cuidás correctamente, el vih nunca te va a afectar.

Se entiende entonces la importancia de hacer un buen uso de las palabras. Cuando hablemos de vih, deberíamos desterrar la palabra contagio puesto que no tiene nada que ver con el modo en que el vih se transmite. Cada vez que alguien habla de contagio relacionado con esta infección, está retransmitiendo un concepto erróneo y nocivo que hace pensar que la transmisión del virus puede producirse en cualquier circunstancia y sin poder hacer nada por impedirlo, tal como sucede con la gripe. ¿Cuál es la consecuencia de esta idea equivocada? La discriminación. Si el vih fuera contagioso, se justificarían los miedos y la desconfianza que desembocan necesariamente en el rechazo hacia las personas que viven con el virus. Si las creencias populares resultaran ciertas, esas personas deberían ser aisladas  para no poner en riesgo la salud de la comunidad. Sin embargo, nunca estará de más reiterar que el vih no es una infección contagiosa. Cuando hablemos de vih será más acertado decir que uno puede adquirir, contraer, transmitir el vih, pero nunca contagiarlo o contagiarse.

En sentido similar, tampoco deberíamos utilizar un término acuñado como “portador”. ¿Qué sería un portador? Alguien que porta, que lleva consigo, que transporta el vih por donde vaya y tiene la posibilidad de “regarlo” a su paso. Esta es una situación perfectamente aplicable a la gripe o a los resfríos (por ejemplo) pero de ningún modo se relaciona con el vih. Además, esta palabra arrastra en sí misma un cierto juicio de valor (negativo) puesto que el verbo portar forma parte de otra expresión muy arraigada en el lenguaje como es “portar un arma”. La asociación entre arma y vih resulta, en este caso, casi inevitable.




miércoles, 24 de septiembre de 2008

Los Preservativos

Los preservativos son fundas más o menos elásticas que, según sea el tipo, envuelven el pene o recubren la vagina para evitar que las mucosas genitales entren en contacto con los fluidos genitales. De esta manera, representan el método ideal para evitar los embarazos no deseados y las infecciones de transmisión sexual como el vih y otras. Existen dos tipos de preservativos: el que está confeccionado en látex y el preservativo vaginal. El de látex es el de uso más difundido y, erróneamente, suele ser llamado preservativo masculino. El error consiste en suponer que el que usa este condón es el varón cuando, en realidad, se coloca en el pene del varón pero es utilizado por los dos integrantes de la pareja. De modo similar, el preservativo vaginal también recibe el nombre de preservativo femenino, cometiéndose en este caso un error simétrico al anterior. Si insistimos en el error de otorgarle un género a los distintos tipos de preservativos, solo conseguiremos preservar los prejuicios que están asociados a ellos. El hablar de preservativo masculino favorece la idea de que éste debe ser comprado y aportado solo por el varón, de que su utilización es responsabilidad y decisión del hombre y que la mujer no tiene ni voz ni voto en su implementación. Este prejuicio responde a una visión machista de la sexualidad, en la que se supone que el goce y la satisfacción sexual es prerrogativa de los varones.
Pero este no es el único de los prejuicios relacionados al uso de preservativos. Suele decirse que son difíciles de colocar, que quitan sensibilidad, que se salen, que se rompen o que no sirven para nada. Sin embargo, el preservativo de látex ha dado pruebas más que suficientes de que es el método más efectivo y confiable para prevenir infecciones de transmisión sexual y embarazos no deseados.
Lo que sucede es que nuestros malos hábitos nos llevan a cometer todos los errores necesarios para lograr que el preservativo no cumpla con la función para la que fue creado. Si logramos superar los preconceptos y anteponemos nuestros intereses a los mandatos culturales, podremos cuidarnos y disfrutar de nuestra sexualidad plenamente y sin riesgos. EL PRESERVATIVO DE LÁTEX El condón de látex consiste en una funda que se ajusta sobre el pene erecto y posee un espacio en el extremo cerrado llamado depósito, diseñado para contener el semen. La medida estándar de estos preservativos es de 180 mm de largo, 52 mm de ancho y entre 0,06 y 0,07 mm de grosor.
Los siguientes son los ítems en los cuales hay que prestar atención para el uso correcto del preservativo de látex: a) LAS CUALIDADES DEL LÁTEX El preservativo que se utiliza actualmente está confeccionado en látex, un material que se destaca por su elasticidad y resistencia. Lamentablemente, estas características se verán afectadas cuando el látex se ponga en contacto con una fuente de calor o con sustancias grasas, que hacen que el látex pierda flexibilidad y se rompa con facilidad.
En función de lo expuesto, el uso correcto del preservativo comienza en el mismo momento en que lo vamos a adquirir. b) EL LUGAR DONDE ADQUIRIRLOS Los kioscos y supermercados no son las mejores opciones a la hora de obtener preservativos. Los responsables de estos comercios no están debidamente capacitados para el correcto mantenimiento del producto. Siempre será preferible adquirirlos en farmacias. Sin embargo, la primera opción debería ser siempre los hospitales públicos y las salas de atención sanitaria, donde no solo serán almacenados con todos los cuidados sino que, además, los distribuyen gratuitamente. c) LAS VERIFICACIONES DE LA CALIDAD En el momento de adquirirlos es recomendable igualmente verificar la fecha de vencimiento y que figure en el envase el correspondiente sello de calidad, ya sea ISO, IRAM o ANMAT.
d) DÓNDE LLEVARLOS Una vez adquiridos los preservativos, el responsable de mantenerlos en buenas condiciones serás vos mismo y convendría que tuvieras en cuenta que hay dos lugares donde nunca deberías colocarlos: la billetera y el bolsillo trasero del pantalón. Si lo colocás en la billetera, el preservativo va a estar sometido constantemente a presión y puede suceder que se rompa envoltorio. Por otra parte, la billetera suele terminar en el bolsillo trasero del pantalón donde los preservativos no solo padecerán la presión sino también el calor del cuerpo depositado sobre ellos cada vez que te sientes. Lo recomendable sería que los llevaras en la mochila, en la cartera, la riñonera o los bolsillos externos de la campera. Si no tuvieras ninguno de estos elementos, colocalos en el pantalón pero en los bolsillos delanteros. Siempre es bueno que salgas preparado o preparada para poder cuidarte si se te presenta la ocasión de tener sexo. Nunca salgas con un solo preservativo. Tené en cuenta que podrías necesitar más de uno. Pero si pasaras muchos días sin tener relaciones y anduvieras todo ese tiempo con los mismos preservativos, lo mejor será que los descartes y los cambies por otros nuevos. Una razón más para que optes por ir a buscarlos gratuitamente en los hospitales: si los tenés que pagar, te va a doler tener que tirarlos. e) EL MOMENTO EN QUE DEBEN COLOCARSE Para colocar el preservativo es indispensable que el pene ya haya alcanzado la erección. Una vez que el miembro está rígido, es habitual que se espere hasta el último instante para colocarlo (recién en el momento de proceder a la penetración) sin tener en cuenta que, si el pene está erecto, emite presemen. Durante todo el juego previo, ese presemen tiene oportunidad de ponerse en contacto con alguna de las mucosas de la pareja, en cuyo caso se estaría en riesgo de una transmisión de vih. Por esa razón, el preservativo debe ser colocado apenas producida la erección del pene. De ese modo, prevenimos cualquier contacto accidental y podemos disfrutar de la relación sin riesgos. f) EL COLCHÓN DE AIRE Antes de abrir el envase, es indispensable corroborar que mantenga el colchón de aire. Para ello, basta con presionarlo y verificar que no se desinfle. De este modo quedará claro que el envase no se ha roto y que el preservativo dentro se halla resguardado. g) ABRIRLO CON LOS DEDOS Nunca te acostumbres a abrir el envase del preservativo con los dientes. Mucho menos con tijeras, cuchillos o cualquier elemento cortante. De ese modo, solo te exponés a cortar de más y dañar el látex. Este riesgo es totalmente innecesario puesto que los envases de los preservativos están especialmente diseñados para que los puedas abrir solo con los dedos. El envoltorio tiene dos lados lisos y otros dos troquelados. Es por cualquiera de éstos últimos por donde tenés que abrirlo. No vas a tener ningún inconveniente y el látex estará sano y listo para ser usado. h )EL DERECHO Y EL REVÉS Una vez abierto el envase, es habitual que (ante la ansiedad y el apuro) el preservativo vaya directamente al pene sin tener en cuenta que tiene un derecho y un revés. Si uno no hace la verificación pertinente, es posible que lo coloquemos de modo incorrecto y entonces el látex no se va a desenrollar. Si esto te sucediera, lo peor que podrías hacer es darlo vuelta, puesto que (si lo hacés) el presemen que debe permanecer siempre por dentro del preservativo ahora estará del lado de afuera. Esta es la razón por la que muchos dicen que, aun usando condón, se pueden producir embarazos o transmisiones de infecciones. Lo que no suele destacarse es que la culpa no es del preservativo o del modo en que fue elaborado.
Para evitar esto, antes de que el látex llegue al pene deberías verificar atentamente que lo vas a colocar del lado correcto. Si hay suficiente luz, bastará con mirar el condón antes de llevarlo hacia el pene. Si no hay luz, un método práctico es el de colocártelo en el dedo y confirmar si se desenrolla o no. i) DOS MANOS Una vez que verificaste que el preservativo va a ser colocado por el lado correcto, es necesario emplear dos manos. Con una mano se presiona la punta del preservativo para vaciarla de aire (esa punta está destinada a recibir el semen una vez que el varón eyacule). Sin soltar la punta, colocás el preservativo sobre la cabeza del pene y, con la otra mano, lo desenrrollás hasta la base. Todo el pene debe quedar cubierto por el látex. Si no tenés cuidado en este punto, cuando el varón introduzca su pene en la boca, el ano o la vagina, el preservativo se irá saliendo a causa de los movimientos. En cambio, si tomás la precaución de desenrollarlo hasta la base, por más que el varón penetre profundamente, no habrá peligro de que se salga. Si tomás en cuenta estos sencillos consejos, el preservativo estará correctamente colocado y ya podrás proceder a la penetración sin miedo o riesgo de que se rompa o no cumpla con la función para la que fue diseñado. j) OTRAS PRECAUCIONES Ya hemos especificado el sencillo procedimiento para colocar el preservativo. No obstante, para usarlo correctamente, habría que especificar unos pocos consejos adicionales. A saber: •Usá solo un preservativo por vez. No es cierto que dos juntos dan más seguridad. Todo lo contrario. Si te colocás dos preservativos juntos, la fricción propia de la penetración generará más calor del debido y habrá riesgo de que el látex se rompa con mayor facilidad. •Un preservativo para cada orificio. Si vas a practicar sexo oral, sexo vaginal y/o sexo anal, cada vez que el pene se introduzca dentro de una nueva cavidad se debe cambiar el preservativo para no arrastrar sustancias desde una hacia la otra, las cuales pueden ser la causa de diversas infecciones. •Un preservativo por persona. Si estás practicando sexo grupal, lo recomendable es que utilices un preservativo diferente con cada persona. •El preservativo de látex se usa una sola vez. Luego de usarlo, tenés que retirarlo con cuidado y tirarlo a la basura. •Quitarlo antes de perder la erección. Al eyacular, el varón debe retirarse antes de perder la erección para evitar que el látex se afloje y se salga en el momento de retirar el pene de la cavidad. Tampoco estaría de más tomar el preservativo con la mano y asegurarse de que salga todo junto. •Cuidados en el sexo anal. Si vas a practicar sexo anal, no es recomendable usar preservativos ultra delgados. Debido a la poca elasticidad del ano y la falta de lubricación natural, la penetración anal presenta mayor fricción que la vaginal y, por lo tanto, es indispensable el uso de abundante lubricación artificial. Nunca utilices lubricantes grasos. El látex es incompatible con la vaselina, las cremas cosméticas o el aceite para bebés. Recordá que las sustancias grasas hacen que el látex se rompa con facilidad. Para lubricar el preservativo de látex tenés que utilizar los geles a base de agua que se venden en las farmacias (también los que vienen en las mismas cajitas de los condones) o simplemente abundante saliva. •Cuidados en el sexo oral. Si vas a practicar sexo oral sobre un pene, lo único que tenés que hacer es colocarle el preservativo del modo en que ya lo hemos explicado. En cambio, si vas a practicar sexo oral sobre una vagina, un ano o sobre el pezón de una mujer que acaba de tener un bebé (y por lo tanto segrega todavía leche materna) deberás confeccionar lo que se llama un campo de látex. Esto consiste en romper el preservativo, quitándole el aro de refuerzo que posee en el borde y abriéndolo a lo largo. La idea es formar un rectángulo de látex que se debe interponer entre la boca y los fluidos transmisores. También puede usarse (pero solo para este caso) un rectángulo de papel film (el que se usa normalmente para envolver alimentos), el cual presenta las ventajas de adosarse a la superficie de la piel gracias al calor y la humedad del cuerpo y de no tener olor ni sabor desagradables.
EL PRESERVATIVO VAGINAL Es un método de prevención alternativo al preservativo de látex. Consiste en una delgada funda de nitrilo, polipropileno o de poliuretano que se ajusta a las paredes de la vagina y se puede llevar puesto hasta 8 horas. Cuenta con dos aros de silicona, uno interior y otro exterior. El anillo interior facilita la introducción del preservativo dentro de la vagina y ayuda a mantener la forma tubular. El exterior (que refuerza el borde) logra que el preservativo cubra los labios vaginales y el clítoris, evita que el condón se introduzca dentro de la vagina y ayuda a que no pierda posición.
COLOCACIÓN a) Se debe comprobar la fecha de caducidad y el correcto estado del preservativo. b) Retorciendo el anillo interior, se introduce dentro de la vagina. c) Una vez en la vagina, introducir un dedo dentro del preservativo para avanzarlo, pasando el nivel del hueso del pubis, hasta que alcance el fondo. En este punto tener mucho cuidado si la persona tiene uñas largas o anillos que puedan rasgar la funda. d) El anillo externo y una pequeña porción de la funda deben quedar por fuera para evitar el contacto de los genitales masculinos (la base del pene y los testículos) con la vulva y el pubis de la mujer. e) Una vez terminado el coito, se da un par de vueltas al anillo externo para que no se salga el semen y se tira del preservativo para extraerlo. VENTAJAS Y DESVENTAJAS RESPECTO DEL PRESERVATIVO DE LÁTEX Entre las ventajas podemos citar: a) Para colocar el preservativo vaginal no es necesario esperar a que el pene esté en erección (incluso puede colocarse antes de iniciar la relación sexual). b) No es necesario extraerlo inmediatamente después de la eyaculación. c) Son una excelente alternativa para aquellas personas que sean alérgicas al látex. Como desventajas, podemos enumerar las siguientes: a) Son considerablemente más caros que los preservativos de látex. b) No se distribuyen gratuitamente. c) No se consiguen en todas las farmacias y mucho menos en kioscos o supermercados. d) Por sus dimensiones y las de su envase, suelen ser menos discretos a la hora de transportarlos en una salida. OTRAS CONSIDERACIONES a) Al igual que lo que sucede con los otros preservativos, el condón vaginal debe usarse de a uno y no debe combinarse su uso con uno de látex. b) Del mismo modo, nunca debe reutilizarse. c) Al extraer el preservativo de la vagina, es conveniente envolverlo en un trozo de papel higiénico y arrojarlo a la basura (nunca en el inodoro). d) Ante cualquier irritación o molestia en la zona genital, suspender su uso y consultar con un médico.

Las Vías de Transmisión

Dadas las secreciones que son capaces de transmitir el virus y las puertas de entrada para el mismo, todas las combinaciones posibles pueden clasificarse en distintos grupos que llamamos vías de transmisión. Estas son tres y las mencionaremos según su importancia estadística.


a)      Transmisión Materna, Vertical o Perinatal:

Se trata de la transmisión de vih entre una mujer embarazada que vive con el virus y su bebé. Entre las vías de transmisión, se trata de la menos frecuente pues, si la mujer está debidamente controlada por un médico, las posibilidades de que el virus pase de la madre al bebé son ínfimas.

De todas maneras, si la madre es PVVS, el bebé puede ser afectado durante el embarazo, durante el parto normal o bien a través de la lactancia.

Para prevenir la infección del bebé toda embarazada debería realizarse un test Elisa al comienzo de la gestación, de manera que puedan tomarse las medidas profilácticas necesarias. Entre estas, el médico tratante articulará los medios para controlar los diversos factores de riesgo y para reducir al máximo la carga viral. De esta manera, los riesgos para el bebé serán mínimos.

Llegado el momento del parto, si la carga viral de la madre es la adecuada, el bebé podrá nacer por medio de parto vaginal. Si no fuera así (si la madre vive con vih y no ha recibido el tratamiento correspondiente o éste no ha dado los resultados esperados), el contacto de las mucosas del bebé con la sangre y el flujo vaginal de la mujer lo harán correr un enorme riesgo de infección. Las posibilidades de transmisión se reducirán de manera significativa si el médico toma la precaución de proceder a una cesárea programada. En todos los casos, el recién nacido será controlado durante un período prudente. Finalmente, se desaconsejará a la madre que lo amamante puesto que la infección también puede transmitirse a través de la leche materna.

b)      Transmisión sanguínea:

Como su nombre lo indica, esta es la transmisión que se produce a través del intercambio de sangre.

A  lo largo de las últimas décadas, muchas son las historias que se han tejido alrededor del vih, la mayoría de ellas reñidas con la realidad y casi todas vinculadas a una supuesta transmisión sanguínea. Es importante recalcar el hecho de que el vih no se transmitirá nunca a través de una aguja ensangrentada dejada en el asiento de un cine o en el auricular de un teléfono público, por la picadura de un insecto, por compartir un cepillo de dientes o la máquina de afeitar. Hoy en día (y gracias a la implementación de los bancos de sangre) ya no es frecuente la transmisión a través de transfusiones. Prácticas médicas como la diálisis y cualquier tipo de intervención quirúrgica no representan un motivo de preocupación, siempre y cuando se adopten las medidas profilácticas instituidas por los protocolos respectivos.

Cuando hablemos de transmisión sanguínea, sí deberemos prestar especial atención a cuestiones vinculadas a las peleas, al uso compartido de elementos punzocortantes y a los accidentes.

Las peleas a golpes constituyen una situación de riesgo de infección por vih, puesto que las heridas de cualquiera de los contendientes pueden entrar en contacto con la sangre del otro. Si alguno de ellos vive con el virus, los demás podrían salir perjudicados.

En cuanto a los elementos punzocortantes, deberemos concentrar nuestra atención en:
  • Las agujas hipodérmicas.
  • Los “canutos” utilizados para aspirar cocaína.
  • Las “pipas” empleadas para consumir paco.
Las agujas hipodérmicas son huecas. Cuando uno se pincha con una, la aguja sale manchada con sangre. Pero la sangre que uno puede ver a simple vista no presenta ningún peligro pues se la puede limpiar perfectamente con un trapo o un algodón. Además, es sangre que entra en contacto con la luz, el aire y la temperatura ambiente, de modo que el virus que pudiera haber en ella no sobrevive mucho tiempo. La sangre capaz de transmitir una infección de vih será, en este caso, la sangre que uno no ve, la que queda en el canal interno de la aguja. Allí el espacio es tan estrecho que no llega el aire ni la luz y la variación de la temperatura se produce mucho más lentamente que en el exterior, de modo que el virus (en esas condiciones) tiene una sobrevida mayor. Por eso es imprescindible que, cada vez que vayamos a utilizar una aguja hipodérmica o dejar que alguien nos inyecte alguna sustancia con ellas, exijamos el empleo de material descartable; es decir agujas que se utilizan una sola vez y luego se desechan. Este consejo es aplicable a toda persona que vaya a administrarse una vacuna, a inyectarse algún medicamento, a quien vaya a colocarse un piercing o a quien quiera realizarse un tatuaje. En este último caso, es necesario también tener en cuenta que la aguja empleada por el tatuador nunca debe entrar en contacto con la tinta del frasco a fin de no contaminar el contenido del mismo.

De los canutos y las pipas ya hablaremos con detenimiento en la sección dedicada a las adicciones.

c)       Transmisión sexual:

De las tres vías, la sexual es la más importante en tanto que afecta al 90% de las personas infectadas en el mundo. O sea que, de cada diez individuos que viven con el virus, nueve lo han contraído por mantener relaciones sexuales no seguras.

Es justo y conveniente hacer algunas aclaraciones:
  • Las únicas relaciones que presentan riesgo respecto del vih son aquellas en las que no se emplea correctamente el preservativo.
  • La transmisión no debe asociarse a ninguna práctica en particular ni a la orientación sexual de las personas.
  • El preservativo ha dado ya sobradas pruebas de que es el mejor y más efectivo método para evitar infecciones de transmisión sexual (como el vih) y embarazos no deseados.
Claro que, si hablamos de sexo, no todas las prácticas presentan el mismo nivel de riesgo. Simplificando las cosas (puesto que podría decirse que hay tantas prácticas sexuales como personas sobre la tierra), podría decirse que las prácticas más usuales son: el sexo anal, el sexo oral y el  vaginal.

Se entiende por sexo oral a la estimulación erótica mediante el uso de la boca. Comúnmente, cuando se habla de esta práctica, suele pensarse solo en el contacto de la boca con un pene, pero también debe considerarse como tal el contacto de la boca con la vagina, con el ano e incluso con los pezones.  Este último caso solo presentará riesgo si la mujer estimulada acabara de parir y sus pechos estuvieran segregando leche materna. En el caso del contacto de la boca con el ano, no habrá (en situaciones normales) posibilidad de transmisión de vih pero sí de muchas otras infecciones de transmisión sexual como la sífilis, la hepatitis B, etc.

En el sexo oral sobre un pene, la mucosa de la boca entrará en contacto con el presemen y eventualmente (si el varón eyaculara dentro de la cavidad bucal) con el semen. El glande,, por su parte, entrará en contacto solo con la saliva existente en la boca que está penetrando. En el sexo oral sobre una vagina sucede algo similar: la boca entra en contacto con el flujo vaginal y la vagina con la saliva. Por lo tanto:


En razón de ello, se dice que de las tres prácticas sexuales más habituales (oral, vaginal y anal) es el sexo oral la que presenta menor riesgo de transmisión de vih: porque solo uno de los intervinientes queda expuesto a la infección. A esto debemos agregar que el riesgo de transmisión también disminuye por la presencia de saliva dentro de la boca. La saliva no solo no transmite el virus sino que diluye los fluidos transmisores y conforma una solución líquida de reducida carga viral.

En el mismo sentido, si comparamos el sexo vaginal con el sexo anal, la conclusión será que es ésta última la práctica de mayor riesgo entre las tres. La vagina es una cavidad que está naturalmente preparada para recibir la penetración del pene. Se trata de un orificio muy elástico que además tiene lubricación natural (el flujo) que favorece la introducción del miembro viril. No obstante, la penetración vaginal sin protección adecuada pone en riesgo a ambos miembros de la pareja. La vagina entra en contacto con el presemen y eventualmente con el semen, mientras que el glande entra en contacto con el flujo o con la sangre (en el supuesto que la mujer estuviera atravesando su período menstrual).

El caso del ano es muy distinto: no tiene lubricación ni tanta elasticidad como la vagina. Esto provoca que, por más cuidado que se ponga en la penetración anal, siempre se producen pequeñas heridas en la mucosa. Sin embargo, también en este caso ambos integrantes de la pareja corren riesgo de infección si no toman las precauciones necesarias. El varón que penetra pone su glande en contacto con la sangre que surge de las heridas internas de la mucosa y la persona que es penetrada (sea hombre o mujer) puede absorber el virus a través de la mucosa anal pero también a través de las heridas mencionadas. Las puertas de entrada serían entonces de dos tipos, lo cual aumenta la posibilidad de transmisión.

Resumiendo:


Pero es importante recalcar que “menor riesgo” no significa “sin riesgo” y que, fuere cual fuere la posibilidad de infección, esta es perfectamente evitable con el uso correcto del preservativo, tal como lo explicamos en el apartado correspondiente.



El test de vih


Dado que la infección por vih es asintomática durante un período muy prolongado, es prácticamente imposible de detectar hasta llegada la etapa sida. El único modo de saber si alguien vive o no con el virus será entonces a través de un análisis de sangre.

El testeo primario que se realiza a la persona que desea conocer su estado serológico (de presencia o ausencia del virus en su organismo) recibe el nombre de Test Elisa y lo que hace básicamente es buscar los anticuerpos que la infección por vih genera en el organismo. El test Elisa no busca virus sino los anticuerpos encargados de combatirlo. Esta es la causa por la que es imprescindible tener en cuenta el período de ventana a la hora de realizarse el test.

De acuerdo con la Ley Nacional de Sida, en la República Argentina, el testeo debe cumplir con tres requisitos básicos:



Gratuito significa claramente que debe ser realizado totalmente gratis en los centros de salud dependientes del Estado. Por voluntario se entiende que nadie puede obligarnos a que nos realicemos un análisis de vih y, finalmente, el carácter confidencial alude a que solo dos personas están habilitadas para conocer el resultado de un test de vih: el paciente y el médico.

La ley establece estas condiciones como un modo de disminuir la discriminación que la sociedad aun ejerce sobre las personas que viven con el virus. En la actualidad, los avances de la medicina han logrado que disminuya de manera notoria la gravedad de la infección pero el problema social vinculado con ella aun no encuentra solución. Si hay algo que caracteriza al vih es la enorme ignorancia con la que, desde distintos ámbitos, se encara la temática. La gente no suele estar lo suficientemente informada y, desde ese no saber, se transmiten conceptos erróneos que se traducen fácilmente en prejuicios y miedos infundados de los que las personas que viven con el virus son las damnificadas más directas. Por eso es muy importante la información, absorbida siempre a través del sentido crítico que nos permita diferenciar entre una información válida y otra que puede no serlo. Tengamos siempre en cuenta que el estigma que generan los prejuicios hace que mucha gente todavía considere la necesidad de alejar de sus vidas a las personas que viven con el virus, por miedo básicamente al contagio o en función de un exagerado apego a ciertos valores que tienden a vulnerar los derechos de los demás. Esos individuos deberían saber que una persona que vive con vih tiene la facultad de llevar una vida completamente normal y no pone en riesgo la salud de quienes la rodean.




Si te da positivo...

Si el test Elisa da negativo, ese resultado es confiable y podés estar seguro/a de que no te has infectado. Ahora bien, un resultado positivo del test Elisa debe ser siempre confirmado por un nuevo examen que emplee técnicas y procedimientos más precisos. Solo después de esta confirmación podés tener seguridad de que sos una persona que vive con el vih.


Recibir un resultado positivo (o reactivo) del test de vih no es sencillo. Tal vez sientas miedo, culpa, angustia, desesperación o enojo, entre muchas otras cosas. Pero es muy importante que sepas que las cosas han cambiado mucho en los últimos años y hoy existen tratamientos eficaces que pueden controlar la infección.

Cuando recibís el diagnóstico, es difícil tomar decisiones importantes sobre el futuro, pensar en proyectos familiares o de trabajo, ocuparte de tu salud o contarles tu situación a tus seres queridos. Es natural que te venga a la cabeza la idea de que “tenés los días contados”. Pero tenés que hacer un esfuerzo para rechazarla porque esa idea es falsa. Hoy tener vih no significa lo mismo que hace quince o veinte años. Los nuevos tratamientos han logrado frenar la acción del virus y transformarla en una infección crónica con la que podés aprender a convivir.





¿A quién se lo contás?

Para decidir a quién y por qué contárselo, siempre tené en cuenta tus tiempos y tus necesidades. Planificá cómo decirlo y qué esperás de esa persona. De este modo, vas a poder estar mejor preparado para recibir su reacción, sea buena o no. No olvides tampoco que, para ellos tampoco es una noticia fácil de recibir. Salir corriendo a decírselo a todo el mundo o guardártelo solo para vos no suelen ser las mejores opciones pero siempre tené en cuenta que no estás obligado a contarlo. Tal vez sea conveniente que empieces por aquellas personas que puedan serte de ayuda.


Encontrarte con otras personas que viven con vih puede ser una buena experiencia. Existen asociaciones y grupos de apoyo a los que podés recurrir. Allí vas a poder conocer gente que pasó o está pasando por situaciones similares a la tuya.

También te será útil que te informes. Esto te ayudará a tomar decisiones. No creas todo lo que escuches sobre vih o sida. Como ya dijimos, aun existe mucha gente que no está bien informada o se deja llevar por sus propios prejuicios. Cuando leas algo sobre el tema, fijate que sea actual y, sobre todo, quién lo respalda.




Cuidados médicos

Te recomendamos que consultes a profesionales especializados en el tema para que puedas plantearles tus dudas y hablarles sinceramente de lo que sentís y de lo que te pasa. Construir un vínculo de confianza es fundamental.

Hay dos estudios que deberás hacerte al menos dos veces al año:

1)      Control de CD4: que mide la cantidad y calidad de los leucocitos encargados de defenderte de las enfermedades oportunistas.
2)      Control de Carga Viral: que mide la cantidad de virus en sangre.





Aprender a vivir con el vih

La medicación es parte del tratamiento. Comer sano, descansar, realizar actividad física, hacer proyectos y mantener el equilibrio afectivo mejoran la salud de cualquier persona y mucho más si viven con vih. En ningún momento pienses que sos una persona enferma porque no es así. Si te infectaste, en tu cuerpo hay un virus con que se puede convivir y permanecer saludable. Podés abrazar, compartir ropa, cubiertos, el mate. Nadie se va a infectar por estar cerca. Tenés derecho a disfrutar de tu sexualidad, tener una pareja, una familia e hijos. Es cuestión de proponértelo e informarte bien al respecto.

Recordá que el uso correcto del preservativo no solo impide que el virus pase a otras personas, sino que también te protege de una reinfección que podría complicar tu tratamiento. Por eso se recomienda que lo uses aun cuando tu pareja también tenga vih.

Acordate de que tener vih no es lo mismo que tener sida y que hoy se puede lograr que el virus se multiplique y quedes expuesto a las enfermedades.


Existe una Ley Nacional de Sida (la 23.798) que te ampara ante cualquier situación de maltrato que te tocara vivir. Esta ley protege la confidencialidad de tu diagnóstico y prohíbe la realización de análisis de vih compulsivos (por ejemplo, para ingresar en un trabajo). También establece que la atención, los estudios y la medicación deben ser gratuitos en los hospitales públicos y deben brindarse sin costo adicional en las obras sociales y las instituciones de medicina prepaga.

Tené siempre a mano estos números:






Las etapas de la infección


Apenas iniciado el proceso infeccioso, la presencia del vih en el organismo es prácticamente indetectable. Este período (que puede extenderse por tres meses aproximadamente) es conocido como período de ventana. Por eso no es aconsejable realizarse el test de vih inmediatamente después de estar en una situación de riesgo. Si sospecharas que estuviste expuesto al virus, lo recomendable será que dejes pasar unos tres meses para realizarte el análisis y así estarás seguro de que los resultados serán confiables. Por ejemplo, si la exposición se produjo un 12 de agosto, deberías esperar al 12 de noviembre. Si te hicieras el test antes de esa fecha, el resultado podrías dar negativo aun cuando hubiera virus en sangre. Esto es así porque el testeo primario solo detecta los anticuerpos generados por la presencia del virus. Si la infección es muy reciente, el organismo todavía no ha tenido tiempo de liberar la suficiente cantidad de anticuerpos como para que el examen los detecte.

Superado el período de ventana, el virus ya es detectable por los medios convencionales pero se mantendrá sin síntomas hasta el inicio de la etapa sida. La duración de este período asintomático dependerá del estado inicial del sistema inmunológico, aunque las investigaciones demuestran que rara vez será inferior a los 8 ó 10 años. No obstante, durante todo este tiempo, el virus tendrá la capacidad de transmitirse de una persona a otra en determinadas condiciones.



Es importante recalcar que la infección puede ser transmitida en cualquiera de las tres etapas, pero el riesgo aumenta con el paso del tiempo y la multiplicación del virus.



Diferencias entre vih y sida


El vih es el Virus de la Inmunodeficiencia Humana y cuando ingresa dentro del organismo de una persona, provoca una infección. Esta infección es exclusivamente humana, es decir que en ningún caso el virus tiene posibilidades de sobrevivir en un organismo animal y la transmisión de la infección siempre se producirá de persona a persona sin ninguna intermediación. Además, este proceso infeccioso es por completo asintomático (no presenta síntomas ni signos de ninguna índole). Esto es así porque la infección de vih no constituye una enfermedad en sí misma.

Todos los seres humanos, desde que nacemos hasta que morimos, estamos continuamente rodeados de virus, bacterias, hongos, parásitos y gérmenes capaces de provocarnos alguna enfermedad. Si no nos enfermamos a cada instante es justamente gracias a la acción del sistema inmune, que es el conjunto de mecanismos mediante los cuales el cuerpo se defiende de las enfermedades. Cada vez que alguien se enferma es porque el sistema inmunológico ha fallado en algo y la gravedad de la enfermedad será mayor cuanto mayor sea el deterioro de las defensas. Una vez dentro del organismo, el vih irá desmantelando poco a poco el sistema inmunológico y, con el paso de los años, si no se sigue el correspondiente tratamiento médico, las defensas del organismo quedarán devastadas y la persona infectada estará expuesta a las enfermedades más graves.

Cuando el vih se convine con una enfermedad muy grave (las llamadas enfermedades marcadoras), recién entonces se dirá que la persona tiene sida.


Esas enfermedades oportunistas varían según la región geográfica. En el cono sur las más vinculadas con la infección de vih son la tuberculosis, la neumonía, la meningitis, la toxoplasmosis, la hepatitis B, etc.

El sida es el Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida y un síndrome es el conjunto de síntomas y signos característicos de una enfermedad. O sea que:

Así como la persona que vive con vih no está enferma, una que ya ha ingresado en la etapa de sida sí lo está.

Pero ¿cuál será la enfermedad que la aqueja? Justamente una o varias de las enfermedades marcadoras. El vih no produce directamente una enfermedad sino que genera las condiciones necesarias para que las enfermedades más graves puedan instalarse en el organismo. Esa es la razón por la cual las enfermedades marcadoras también son llamadas enfermedades oportunistas: porque aprovechan el deterioro de las defensas provocada por el vih.

Actualmente, el vih ha dejado de ser una infección mortal y se ha convertido en una infección crónica. El vih no tiene cura (por el momento) pero sí un tratamiento muy efectivo capaz de controlarlo y la persona que vive con el virus puede desarrollar su vida con total normalidad. Hoy en día, cualquier PVVS (Persona que Vive con VIH/SIDA) tiene la posibilidad y el derecho de consultar a un médico y éste le recomendará un tratamiento adecuado para evitar consecuencias indeseadas.
 Por el contrario, el sida es una etapa que puede ser transitoria. Al ser la consecuencia de la combinación del vih con una enfermedad, si se puede curar la enfermedad marcadora y reforzar las defensas, la persona saldrá de la fase crítica. Esto no significa que la cura del sida sea siempre posible ni que la persona no pueda volver a ingresar en ella.